Experiencia creativa y comunitaria.
Pep Durán nos invitó a su pueblo Mataró el domingo 25 de abril. No era nuestra primera visita. En 2003 ya habíamos subido al tren en Barcelona y luego de un trecho subterráneo, nos había tomado por asalto la vista del Mediterráneo en todo su esplendor. El tren parecía rodar sobre la arena y llevarnos por la costa hasta Mataró.
Caminamos desde la estación hasta la Plaza Santa Ana, y al llegar fue la perplejidad y en seguida la magia. La plaza estaba llena, de chicos chiquitos y no tanto, de padres, de abuelos. Sentados en el piso cubierto de paja y almohadones, bajo guirnaldas de colores que dejaban entrar las ramas de los árboles aún sin hojas. Se oía una música suave y la voz de Pep, librero y trajinante de cuentos tal como se define él, que en su lengua, el catalán, alentaba a la escritura de un cuento para el libro gigante de este año. Y los chicos escribían, los más chiquitos les contaban a sus papás para que escribieran ellos, y con el cuento terminado, se acercaban a un dibujante. En diálogo con su autor, los ilustradores componían un dibujo sobre hojas muy grandes, dejando el espacio para transcribir el cuento.
Así creado, dibujo y palabras, cada folio formará parte del Libro Gigante de 2010. Y el año que viene el libro lujosamente encuadernado estará exhibido junto con otros 33, ya que hace esos años que esta fiesta se reitera en Mataró todos los abriles, cerca de Sant Jordi, el día de los libros y las rosas.
El ritual dura dos horas. Es fugaz, claro. Y en ese tiempo el pueblo se encuentra en la Plaza Santa Ana. Los abuelos recorren los libros antiguos donde ellos mismos o los hijos dejaron su huella.
Y nosotros visitantes de lejos también dejamos nuestro cuento, que va a estar cosido y pegado junto con el de todos ellos en el Libro Gigante de este año.
¿Cómo agradecerte Pep?
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